Mar de Ontígola, Aranjuez, Madrid
Mar de
Ontígola: un paseo natural antes que complementa los tesoros de Aranjuez
Si Madrid
tuviera mar... El suspiro es tan viejo como la memoria. Hasta Felipe II
balbuceaba el sueño. Quizá por eso, cuando le encargó a Juan Bautista de
Toledo -y luego a Gerónimo Gilí y a Juan de Herrera- represar el arroyo de
Ontígola, en Aranjuez, lo bautizó como mar, por aquello de que la voluntad
mueve montañas, quién sabe.
El humedal,
a tiro de piedra de los jardines de Aranjuez, es un hogar confortable para
cientos de aves, algunas durante todo el año, como los ánades reales o las
pollas de agua, y otras ahora, en la invernada, cuando el frío acecha, como
somormujos, patos cuchara o el porrón común, por citar parte de la nómina.
Es fácil
llegar, incluso a pie. Nos situamos en la plaza de toros de Aranjuez. y desde
ahi hay que tomar una calle- carretera llamada Camino de Ontígola. En seguida,
a la derecha, vemos el agua y el comienzo de la ruta.
La senda
ecológica no requiere más de una hora, y es perfecta para pasear antes de
sentarse a la mesa de alguno de los restaurantes de Aranjuez. Para saborearla
se requiere paciencia y prismáticos: las aves revolotean en las zonas más
alejadas del camino, entre juncos y espadaña, dando la espalda al grupo de
alumnos que esta mañana ha venido a empaparse de naturaleza.
Paneles
informativos ayudan a entender el valor ecológico de una zona que, con un poco
de mala suerte, podía haber acabado como una escombrera, pero que se ha
conservado como un oasis para las aves y para nuestros ojos. Al final de la
senda, una torreta permite apreciar el conjunto del humedal.
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